Oliva Valdez / @Uvita_DeValdez
El 60 por ciento de nuestro peso está compuesto por agua, lo que quiere decir que en promedio circulan de 40 a 50 litros por nuestro cuerpo. Pero ¿qué pasa cuando no consumimos suficiente agua?
Si una persona pierde de ¾ a 1 litro de agua y no la repone bebiendo líquido, aparecerán los síntomas iniciales de la deshidratación: sed y boca seca, orina escasa y más oscura, cansancio inexplicable y mareo al ponerse de pie, dolor de cabeza e irritabilidad, los cuales se recuperan ingiriendo agua.
Además, el no tomar abundantes líquidos, provocan estreñimiento por el tránsito lento, así como insuficiencia renal, alteraciones en los electrolitos del cuerpo (sodio y potasio entre otros) convulsiones, mayor viscosidad de la sangre y predisposición a trombosis e hipertermia.
Estudios recientes llevados a cabo en la Universidad de Harvard han concluido que la ingesta de agua en cantidades apropiadas, reduce un 45 por ciento el riesgo de colon y a la mitad las probabilidades de desarrollar cáncer de la vejiga; debido a que la deficiente hidratación concentra mayor cantidad de sustancias tóxicas y cancerígenas en esos órganos.
VENTAJAS DE MANTENERSE HIDRATADO
El agua que consumimos diariamente cumple múltiples funciones: contribuye a regular la temperatura, favorece la circulación sanguínea, participa en las reacciones químicas del organismo, transporta sustancias, lubrica estructuras, brinda turgencia y flexibilidad a tejidos, entre muchas otras.
Beber abundante agua permite a los riñones decidir correctamente cuánto líquido retener y cuánto eliminar, cuidando su funcionamiento; también ayuda a eliminar los desechos metabólicos que a diario producimos y previene la precipitación de las partículas que provocan cálculos (piedras) en los riñones.
El agua es la base del sudor, fundamental para poder perder el exceso de calor del cuerpo a través de la piel; dado que el agua transporta mejor el calor que el aire, la piel perderá mejor el calor si se cubre de agua.
CANTIDAD RECOMENDABLE
Es recomendable tomar entre 2 y 2 ½ litros al día, sumando los líquidos que se beben más el agua que viene en los alimentos. Considerando que un vaso tiene entre 200 y 250 cc, significa beber de 8 a 10 vasos de agua a diario. Sin embargo, cada persona tiene sus necesidades específicas, que dependerán de su edad, peso, relación músculos/tejido graso, hábitos y actividad física.