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La “mala” música de Coldplay.

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Foto: Especial.
Foto: Especial.

La calidad musical de la agrupación es cuestionada.

Nos encontramos en una era de crisis creativa en prácticamente todos los sentidos. Mientras que la industria fílmica “sufre” una época de oro del remake y el mundo literario se “hunde” en novelas de poca calidad para adolescentes y sagas interminables, el mundo de la música también padece una sequía a nivel creativo y propositivo.

Esto es cada vez más evidente al escuchar nuevas propuestas de artistas consagrados y en la forma en cómo salen a la venta y se promocionan nuevos discos. Hay casos muy marcados en los que parece que la propuesta musical y la calidad son ignoradas por completo para solamente centrarse en las ventas que un sencillo pegajoso o un álbum fácilmente digerible pueden generar.

Se podrían mencionar muchos casos, pero se debe tomar en cuenta que “en gustos se rompen géneros” y lo que para unos puede ser una maravilla musical, para otros sólo sería un pretexto para odiar cada vez más a la humanidad.

Y no es exageración, ya que no solo los artistas son fuertemente criticados por sus propuestas musicales (o falta de propuesta en su calidad musical). Los fans también reciben una fuerte dosis de bullying mediático en redes sociales y otros medios, generando un ambiente de tensión y discriminación en cuanto a la apreciación musical se refiere. Estos ataques siempre van enfocados tanto al artista como a sus seguidores, sin tomar en cuenta que no a todos puede gustarnos lo mismo y que, en principio de cuentas, el mensaje de la música (al menos de cierto tipo de música) es el de unir a las personas y hacerlas disfrutar de lo que la música puede generar a nivel emocional.

Pero es ahora un caso muy particular el que atrae las miradas del mundo: La calidad musical de Coldplay. Que si bien toda publicidad siempre es buena publicidad y estos chicos ingleses llevan casi 15 años montados en la cresta de la ola, es en recientes fechas que se vuelve evidente el cuestionamiento hacia cómo los autores de Clocks están haciendo las cosas, al menos musicalmente.

Empecemos por los discos: Parachutes (2000) y A Rush of Blood to the Head (2002) fueron un hito en la industria tras la brecha que el pop y el Nü metal dejaron como herencia del siglo XX. Dichos discos plagados de sonidos melancólicos y una fuerte carga de brit-rock propositivo no se andaban por las ramas y ofrecían dos cosas: canciones gancheras con una mezcla positivista y nostálgica (In My Place, Yellow) y temas poco condescendientes pero que con cada escucha se notaba un futuro prometedor dentro de la experimentación musical (Politik, Evrithing’s Not Lost). Ambos álbumes fueron alabados por la crítica y se llevaron una gran cantidad de premios y hoy en día son parte importante de la historia del rock.

¿Pero qué ocurrió?

Justo después de esto llegaron los discos X&Y (2005) y Viva La Vida or Death and All His Friends (2008) y pareció que Coldplay buscaría un camino más sencillo y ganchero para atraer fanáticos. Tal parecía que los crescendos épicos y las melodías cantábiles para 50 mil personas en estadios eran lo que Chris Martin y compañía estaban buscando. Los Coldplay se habían dejado seducir por el todopoderoso Mainstream.

Así es como poco a poco fueron marcando la ruta hacia las audiencias multitudinarias, las giras millonarias y los discos gancheros. Canciones como Fix You y Viva La Vida dan cuenta de un acto de sacrificio: dejaron de lado la experimentación propositiva, que podría traducirse como una búsqueda de una calidad superior, y en su lugar se enfocaron en llegar a una zona de confort en la que pudieran crear canciones épicas (dignas de estadios llenos) y tonadas muy pegasosas (dignas del Top 10 en todas las plataformas de medios e internet).

Si bien estos muchachos tuvieron la oportunidad de ambientar el Super Bowl 50, eso no asegura en ningún momento una calidad musical respetada y aceptada por los fanáticos de la música (si no, no habríamos tenido a Britney Spears o a los Black Eyed Peas en ocasiones anteriores). Ahora es bien sabido que los artistas pagan por tocar en el máximo evento deportivo de Estados Unidos (lo que indica que la cartera de Bruno Mars tiene buenos fondos), y esto ha puesto a Coldplay en el ojo de los reflectores.

Teniendo canciones de mucho mayor bagaje musical para presumir en un evento de tal magnitud, los ingleses eligieron temas de sus más recientes discos no solo como promoción de su más nuevo A Head Full of Dreams, sino como una reafirmación del rumbo que han decidido tomar, que es el de la música 100% comercial y enfocada en llenar estadios, billeteras y listas en plataformas de reproducción musical.

Y a todo esto ¿Todo lo antes dicho es bueno para Coldplay? Bien dicen que “no hay fortuna sin crimen”, y aunque los creadores de The Scientist han amasado sus millones haciendo música, han dejado morir un futuro en el que por medio del prestigio artístico podrían preservar una carrera de 40 años. Esta afirmación no es deliberada; podemos contar por cientos a los artistas de calidad musical cuestionable que no pudieron sobrevivir al paso de los años, y es a lo que se arriesga Coldplay cuando juega en “terreno seguro”.

Lo que enardece la polémica y coloca la cereza a este amargo pastel es la forma en cómo han sido rechazados por otros artistas para colaborar en los discos de la banda, aludiendo a una mala calidad musical:

Antes de su muerte, David Bowie fue convocado por el cuarteto para colaborar en una canción. Cuando ellos le enviaron la invitación y el tema en el que el ‘Duque Blanco’ participaría, él simplemente se limitó a responder: “No es muy buena canción que digamos, ¿Verdad?”. Los chicos se lo tomaron con calma y hasta incluyeron a Bowie en los créditos del disco.

De una forma similar fueron rechazados por Beyonce. Esto es raro, ya que al final la esposa de Jay-Z sí colaboró con ellos en el más reciente disco, además de su parte en el Super Bowl, pero antes de esto, Martin le envió una canción a la cantante para invitarla como colaboradora, a lo que ella contestó: “Me agradas mucho, pero esto está horrible”.

Si bien no es para menos ignorar todas estas circunstancias, al final son los artistas los que deciden su propio camino y nosotros los fans los que decidimos a quienes apoyar y qué música escuchar.

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